The Fantastic Flying Books of Mr.
Morris Lessmore.
No es sencillo crear una película de
animación. Incluso cuando se trata de un corto. No es tanto una
cuestión de duración como de no caer en la pesada losa que supone
no tener a actores reales detrás de los personajes. La falta del
factor humano tras los personajes y las amplias posibilidades de ver
un storyboard en movimiento en lugar de una película son
circunstancias cada vez más presentes en el cine de animación actual. En
cualquier caso, la calidad de la cinta que hoy nos ocupa supera
sobradamente este handicap.
The Fantastic Flying Books of Mr.
Morris Lessmore es un cortometraje de muy bella factura firmado por
William Joyce y Brandon Oldenburg. La sinopsis es sencilla: Mr. Morris Lessmore es un ávido
lector que se ve atrapado por un huracán que le transporta a un
lugar extraño donde recibe una valiosa lección de vida por parte de
unos inesperados profesores: los libros. Su historia gira entorno
a la belleza de la letra escrita, el amor por la lectura, la infinita
capacidad de los libros para sumergirnos en su propio universo y la
importancia de estos en nuestras vidas. Sus quince minutos de
duración son más que suficientes para introducir al espectador en
una atmósfera tan original como agradable. En tal brevedad, lo
que comienza como una fábula sobre el poder de la palabra adquiere
gravedad y muestra al espectador una historia con tintes amargos
aunque no falta de esperanza. La ausencia de diálogos, lejos de
suponer un problema, ayuda al público a mantener la tensión y el
ritmo. La combinación perfecta para llegar al alma de los espectadores...
La intertextualidad en esta obra es más
que evidente y sus directores no se esconden a la hora de mostrarlo.
Ejemplos de esto son la clara alusión al huracán Katrina al
comienzo o las referencias a la brillante El Mago de Oz, así como un personaje principal que evoca al inmortal BusterKeaton.
Técnicamente no es una pieza
innovadora aunque en ningún momento da la sensación de pretenderlo.
La animación es más que correcta y el universo creado para encajar
esta historia (que tampoco sorprende aunque si emociona) es muy
bonito. Este compendio de bondades se tradujo en un meritoso óscar
al mejor corto de animación, imponiéndose, entre otros, sobre la
todopoderosa Pixar y su propuesta: La Luna.
Por supuesto, no desearía despedirme
sin ofreceros la oportunidad de volar sin moveros del asiento gracias
a los fantásticos libros del Sr. Morris Lessmore:
Thor Vargen, the fury of your maker hand.
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